Elena Poniatowska nació en París el 19 de mayo de
1932, su nombre completo es el de Helene Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores
Poniatowska Amor, mejor conocida por sus amigos como Elenita.
Elena Poniatowska, nacionalizada mexicana (1969) es
una escritora de una amplia trayectoria literaria, pues ha tocado casi todos
los géneros: novela, cuento, poesía, ensayo, crónicas y cuentos para niños y
adaptaciones teatrales.
Como escritora de innumerables obras destaca su obra La noche de Tlatelolco. Testimonios de historia oral. Como periodista ha colaborado en casi todos los diarios de la Ciudad
de México: Novedades, El Financiero, El Día, La Jornada,
entre muchos otros medios.
Elena Poniatowska cumplió el pasado mes de mayo 90 años, por tal motivo
fue reconocida y recordada por todos los que han abrevado de sus publicaciones
y es ya un símbolo de la literatura nacional e internacional.
Para quienes desde provincia hemos seguido sus publicaciones, su vida y
su obra, nos parecía un personaje lejano e inalcanzable, imposible de ver de
cerca alguna vez, de platicar con ella, de estrechar su mano, de escuchar su
voz desde su costado y no a través de la televisión, el radio o desde la altura
de un estrado, algo que todo ciudadano aspira de sus personajes favoritos.
Hace algunos años (tal vez cuatro) se inauguró en Todos Santos ¾hoy un pueblo convertido en un gran centro cultural y promotor de las
artes¾ una biblioteca. La invitada especial fue precisamente Elena Poniatowska.
Cuando supimos que estaría en ese lugar a mi compañera de vida, que es una
asidua lectora de las obras de Elenita, se le ocurrió que sería una oportunidad
de conocerla, aunque fuera de “lejitos”. Fue tanta su insistencia y terquedad
que en su momento nos trasladamos a la comunidad antes señalada.
Ya en el poblado nos dirigimos al lugar señalado, un edificio nuevo
construido por una fundación estadounidense donde, además, se promovía la
enseñanza del idioma inglés.
La ceremonia se llevó a cabo en el patio del edificio. Desde luego, en
el presídium destacaba la presencia de la escritora, que compartía el espacio
con otras personalidades de la localidad y de la ya mencionada fundación.
Con un público escaso para la magnitud del evento, la personalidad de la
invitada, y la importancia de la obra a inaugurar, tal vez unas cuarenta
personas, dio inicio el programa previamente establecido y al finalizar, la
oportunidad de saludar a la escritora.
Avezada como es mi esposa, ni tarde, ni perezosa, se le acercó a la
invitada con quien no sólo dialogó de tú por tú, sino que también la acompañó
durante el recorrido por las instalaciones recién inauguradas y hasta colocó su
mano sobre el hombro de la escritora.
Hubo en ese momento la oportunidad de charlar con ella unos minutos, tiempo muy breve, pero suficiente para quien aspira a interactuar con su escritora preferida.
Mi esposa, Bertha Salaices Polanco, le dijo que la
admiraba mucho, que desde muy joven la leía. Elenita preguntó:
¾¿Cuál libro has leído?
¾La noche de Tlatelolco ¾le dijo, y agregó¾: por cierto, el libro lo compré en abonos porque
apenas comenzaba a trabajar.
¾La noche de Tlatelolco es un libro muy triste ¾agregó la escritora¾, pero lo más triste es que hayas comprado el libro en
abonos. ¿Qué otro libro has leído?
¾Acabo de leer Hasta no verte, Jesús mío.
Luego la escritora la invitó a sentarse con ella en el
convivio, momento en el cual fue rodeada de los invitados.
Retomo este pasaje para destacar, primero, la humildad de la escritora
mexicana que posee un premio literario que lleva su nombre, instaurado en 2007
por el gobierno de la Ciudad de México. Es, además, Honoris Causa, por
universidades de todo el mundo. En el año 2013 obtuvo el premio Cervantes.
Por otro lado, reconocer que cuando uno tiene “un sueño”, en este caso
el de mi compañera, quiero enfatizar que con un poco de constancia y suerte
puede lograrse, como lo fue en esta caso que vino a mi memoria en el
aniversario noventa de una destacada escritora, ejemplo y orgullo de todos los
mexicanos.
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