La carretera transpeninsular, sin duda alguna, contribuyó
al desarrollo y progreso, no sólo del Valle de Santo Domingo, sino de todo Baja
California Sur. Su construcción amplió notablemente los polos de desarrollo,
incrementó el turismo, el comercio y la integración de los pueblos de las tres Californias.
Pero, ¿cómo se viajaba antes por esta región?
Hacia finales del siglo XIX y la primera mitad
del siglo XX, las telecomunicaciones desde La Paz hacia el norte eran más fáciles
a través del mar que por tierra, ante la ausencia de un camino en condiciones.
Por eso los habitantes de lugares como Loreto, Mulegé y Santa Rosalía viajaban
en barcos como Los Korrigan III y IV, el Blanco y otros buques pequeños que habitualmente hacían esos
recorridos con pasaje y carga para estos poblados.
De igual manera, para quienes vivían en Santa Rosalía
era más fácil viajar al estado vecino que a la ciudad de La Paz, puesto que hacia
el norte había un camino en mejores condiciones.
Los habitantes de los llanos de Iray o Magdalena, que eran
pocos en ese tiempo, viajaban en bestias, inicialmente; los que vivían en la
sierra también viajaban por veredas o cruzaban la sierra para llegar a La Paz,
por la costa del golfo.
Si regresamos un poco más atrás, encontraremos
que las primeras formas de viajar por tierra, principalmente desde Loreto y
lugares circunvecinos hasta La Paz o viceversa, en los años de los misioneros, lo hicieron por zonas donde había agua. El
recorrido era en parte por sierra La Giganta y por algunas zonas de la costa, estableciendo,
según “afirma el padre visitador Ignacio Lizasoain, en 1762, varios lugares de
parada, como Jesús María, Quepo, San Hilario y Las Liebres”(La Región de Intermedios, según el texto
de José Soto Molina).
“En 1791-1792, el naturalista español José
Longinos Martínez señala también otros lugares de parada como Los Aripez, La
Vieja, La Pasión, Tiguana, Andachire, etc.”
“No especifica si los lugares de parada se
refieren a un punto de descanso y abrevadero de bestias en el camino de
herradura o si en ellos existía algún tipo de población”, aunque alguno de los
puntos señalados subsisten hasta la fecha como ranchos ganaderos.
La ruta señalada era una brecha para viajar a
pie o en bestias y por la que, además, todavía a principios del siglo pasado,
se transportaban los habitantes de esta región para dirigirse hacia la ciudad
de La Paz, principalmente a vender sus productos y hacer las compras necesarias
para su subsistencia.
Luego se abrirían otras vías de comunicación,
como fue el barco que llegaba a algunos lugares del golfo, Tembabiche y otros,
en el que embarcaban la cáscara de palo blanco, que se bajaba de la sierra en bestias,
y que iba destinada para la Tenería de La Paz. También se embarcaba ganado.
Hay que recordar que en el año de 1949
sólo había en esta región tres pequeñas comunidades, Palo Bola, Santo Domingo y
San Juan de Matancitas con muy escasos habitantes, así que cuando llegaron los primeros vehículos se abrió
una brecha a pico y pala, la que durante muchos años comunicaría a los poblados
existentes, pasando por lugares cercanos a la costa y los llanos de Iray o
llanos de Magdalena y parte de lo que hoy es el Valle de Santo Domingo.
Sería hasta la llegada del general Francisco J. Múgica como gobernador del Territorio, cuando se inician las primeras gestiones para dotar a esta región de caminos adecuados.
El general Múgica, durante su cargo como gobernador del Territorio de Baja California Sur (1941-1945) estableció con la presidencia de la República, en ese entonces, una comunicación permanente vía cartas y telegramas, para hacerle saber al Ejecutivo Federal los problemas que se confrontaban en la época y las posibles soluciones, al igual que solicitarle los recursos necesarios para su solución. Uno de esos problemas era la falta de caminos adecuados y las condiciones de los que había.
En el caso particular del Valle de Santo Domingo, sólo había una brecha que corría por la costa desde La Paz y continuaba hacia el norte. El profesor Víctor Manuel Peralta Osuna, originario de La Purísima, utilizó ese camino en innumerables ocasiones para viajar a la Escuela Normal donde realizó sus estudios de maestro. Nos relata el recorrido que hacía el correo, un pequeño camión de redilas, en el cual se transportaba, además de la correspondencia, el pasaje que viajaba en ese entonces, a finales de los cuarenta, de norte a sur o viceversa.
Hasta 1949 no había carretera, por lo que se
viajaba por el camino viejo, que era una brecha siempre en mal estado, sobre
todo si llovía.
En el Valle había varios ranchos. Estaba Buena Vista, por allí pasaba el camino que iba a La Paz y que venía desde el norte. Era una brecha que pasaba por los Comondú o por La Purísima. Viajábamos en un camión de carga. Hacíamos dos días de camino. Llegábamos primero a la Poza Grande, luego a Santo Domingo y seguía dando vuelta. Pasaba por muchos ranchitos. Llegaba a Buena Vista, o sea, Benito Juárez, y luego seguía al Refugio, con doña Lola de la Toba. Allí comíamos. Hacía un queso y una machaca muy sabrosa. Luego, de allí continuaba por los llanos de Iray, La Posa de Venancio, Santa Fe, Guadalupe, y venía a dar por El Conejo, La Vieja, Arroyo Viejo, pegado al Pacífico. Subía cruzando rumbo a la sierra, para salir a los Filos y luego bajar por el lado de Chametla y llegar finalmente a La Paz. Estaba largo el camino, pero en todo el trayecto había ranchos por los lados. Estaba Querétaro, Palo Bola, y para el lado de la sierra estaban La Petaca, Jesús María, Andachiris, San Luis Gonzaga, ranchos muy viejos de la época de los jesuitas.
En ocasiones, los camioneros que pasaban por El Refugio, llegaban hasta Palo Bola por el camino vecinal que pasaba por Las Delicias. Ya desde 1941 el general Francisco J. Múgica refería que un equipo adecuado de maquinaria haría posible la construcción de carreteras entre los pueblos del Territorio Sur e iniciación de la carretera transpeninsular (Gral. Francisco J Múgica en B.C.S., Juan Cuauhtémoc Murillo. Pág. 36). Y en 1942, nuevamente el general Múgica solicitó apoyo al presidente de la República para reparar el camino hacia el norte. En su carta de 18 de febrero de ese año lo plantea de esta manera:
La brecha transpeninsular, hasta el paralelo 28, tiene tramos en regular estado y otros en muy mal estado, pues la índole del terreno, en su mayor parte arcilloso, polvoriento y en proporción muy apreciable arenoso, está cediendo a gran prisa debido a que el tráfico se ha intensificado un poco para aprovisionar nuestro Puerto Cortés de bahía Magdalena y nuestro campamento de La Salada, donde tenemos el 25 batallón. Si ese camino no se atiende eficazmente, la sequía y el tráfico lo harán intransitable en menos de un mes y a estas horas ya está costando arduos trabajos a los conductores de los camiones oficiales y particulares.
En otro párrafo de la misma carta menciona:
Es urgente, pues, que usted me ayude para que
esta brecha se ponga pronto en condiciones de tráfico seguro, cómodo y (no)
violento.
Y mandé trasladar dos equipos, por lo menos de
conformación, para que en un término perentorio se revistan las partes más
malas de la actual brecha, se ensanchen algunos lugares en que es imposible el
cruce de dos carros se continúe el revestimiento de los que aún están en buenas
condiciones, para preservarlos en un futuro nada remoto si queda en las
condiciones actuales.
Respetable señor presidente: sea cual fuere el momento, mediato o inmediato, en que deba emprenderse la obra del camino transpeninsular en Baja California, es urgente iniciar desde ahora la localización de la carretera. Para ello es menester enviar por lo menos dos brigadas completas de localización, dotadas con el equipo necesario; con la salvedad de que deben reclutarse en Baja California los cadeneros y los estadaleros, para que participe gente del lugar en beneficio del nuevo trabajo. Pág. 123.
Finalmente, en el informe de labores del general Francisco J.
Múgica, correspondiente al periodo 1941-1945, y fechado en el mes de diciembre
de 1945, en el rublo de comunicaciones y transportes, en lo que se refiere al
camino La Paz-La Poza-La Purísima, se hace referencia a siete kilómetros de
localización preliminar, 500 metros de obra de arte, 6100 metros de terracería,
3600 metros de revestimiento y 26 kilómetros de conservación los realizados
hasta esa fecha.
Considerando lo anterior, y tomando en cuenta
que la población que se encontraba al norte del territorio era escasa, y que
las condiciones económicas del gobierno territorial eran insuficientes para la
construcción de un camino, el gobierno sólo daba mantenimiento ocasional y en
algunos tramos de dicha brecha, como lo mencionamos anteriormente. Así, para
recorrerla se hacía no horas, sino días, y en camiones o vehículos grandes. Por
ello el general Francisco J. Múgica, en ese tiempo aún gobernador del
Territorio de Baja California Sur, mandó construir La Casa del Viajero en el
lugar conocido como Buena Vista, hoy Benito Juárez. La cual consistía en dos
viviendas de materiales de la región y un pozo de cielo abierto, a cargo de la
familia Espinoza, y cuya finalidad era dar atención a los viajeros que
transitaban por ese camino, a fin que descansaran, bien pasando la noche o
surtiéndose de agua o alimentos, ya que el rancho más cercano al sur era El
Refugio y al norte Santo Domingo.
En marzo de 1948, durante la gestión del general Olachea como gobernador del territorio, se iniciaron los trabajos de la carretera de terracería.
En octubre de 1949, el general Agustín Olachea
acompañado por el señor Leoncio Coronado, en ese entonces militar comisionado
en el puerto de Loreto, llegó en gira de trabajo al Valle de Santo Domingo,
visitó Buena Vista, hoy Benito Juárez, María Auxiliadora y el poblado Santo
Domingo.
“Era una gira —dice don Leoncio Coronado— de
reconocimiento de lo que se proyectaba ser una importante región agrícola. El recorrido
se realizó por el camino viejo, porque en ese tiempo apenas se iniciaba el
proyecto carretero del tramo La Paz-Santo Domingo. Aunque no propiamente al
valle, porque este lugar poco se conocía. Esta carretera iba hacia el Pacífico
para conectar a Tijuana y Ensenada.”
Don Rubén Castro Larrinaga,
residente del poblado Santo Domingo habla sobre el camino: Había un rancho que le decían
los Cerritos agarraban el camino viejo
que va a san Javier, antes salía uno en una bestia de Santo Domingo y pasaba
por ese lugar, era el rancho de los
Romero, de toda la vida.
Pero había otro que le decían
la Bajada, por ahí también pasaba el
camino viejo, era camino de bestia pero ya con el tiempo el general Olachea apoyo mucho a mi papa y a Cesáreo para que hicieran el Camino de
carro, que por cierto que había muchos venados por ahí.
El profesor Ricardo Fiol también nos ilustra sobre este tema:
En 1950 la construcción de la carretera transpeninsular estaba en
sus inicios, así es que se utilizaba un tramo de 35 kilómetros pavimentado
hasta el lugar conocido como Los Filos, y de ahí continuaba una brecha que
corría paralela a la costa, pasando por Los Aripes, Jesús María, La Ballena La
Vieja, El Conejo, Venancio, El Médano, Hiray, El Refugio, Buena Vista Querétaro,
Pozo de Peña y Santo Domingo.
La carretera de terracería sería inaugurada cuatro años después por el Lic. Miguel Alemán, presidente de México, el 19 de octubre de 1952, según se establecía en una placa que estaba a la salida de la ciudad de La Paz, que destacaba la extensión de 270 kilómetros del tramo La Paz-Santo Domingo.
La citada carretera la construyó la Junta Local
de Caminos con recursos aportados por el gobierno federal.
Todavía
en 1953 la comunicación por tierra aún era difícil, aunque ya se transitaba por
el nuevo trazo de la carretera, la mayor parte de terracería. Así nos lo
platica don Jesús Martínez Arellano: “eran treinta y seis horas de camino por
terracería, ya que la carretera estaba sin terminar, el pavimento llegaba hasta
el kilómetro dieciocho. Lo demás era brecha o terracería, el cual parecía un
lavadero”.
El
19 de julio de 1959 fue inaugurada por el presidente Adolfo López Mateos y el
gobernador del Territorio, general Bonifacio Salinas Leal, la pavimentación del
tramo La Paz-Villa Constitución, que comprendía una distancia de 213 kilómetros,
testimonio señalado en la placa que estaba en la plaza Ignacio Zaragoza de
Ciudad Constitución.
Durante el gobierno de Leonel Cota Montaño se modernizó el tramo
de Constitución a Ciudad Insurgentes, transformándolo en una vía de cuatro
carriles. Sin embargo, al tramo de La Paz a Ciudad Constitución desde su
terminación hasta el año 2012, sólo se le dio mantenimiento. Sería durante el gobierno
de Enrique Peña Nieto (2012-2018) cuando se inició la modernización de esta vía
con una ampliación a tres carriles. No obstante, el proyecto quedó inconcluso dado
que con la entrada del nuevo gobierno federal se suspendieron dichos trabajos,
habiendo quedado terminados solamente los tramos de La Paz hasta el kilómetro
30; del kilómetro 36 hasta el 60. También se ampliaron dos tramos más de Santa
Rita hasta el kilómetro 166, aproximadamente, y del kilómetro 190 hasta Ciudad Constitución.
Hoy tenemos otros caminos secundarios pavimentados que parten de
la carretera transpeninsular, como son la carretera a San Carlos, a Puerto
Adolfo López Mateos, a Ramaditas, a los cinco Ejidos Ley Federal de Aguas y
hacia el norte a Santo Domingo, San Isidro, La Purísima, San Juanico y Los
Comondú.
La carretera transpeninsular, sin lugar a duda, se convirtió en la
columna vertebral de la península, también fue detonador del crecimiento y
desarrollo del Valle de Santo Domingo, pues a través de ella comenzaron a salir
y a llegar, de manera expedita, los productos e insumos necesarios para dar el impulso
a la actividad económica. Por esta vía, los agricultores comenzaron a enviar a
la ciudad de La Paz tanto el algodón como el trigo, el cártamo y otros
productos, lo que no se hubiera logrado hacer por la brecha que durante muchos
años fue el medio de comunicación hacia el norte y hacia el sur de nuestra
entidad.
Pero no solamente sirvió como medio de comunicación, favoreció,
además, el nacimiento de nuevas comunidades, las cuales surgieron cuando se
comenzaron a agrupar algunos asentamientos que estaban dispersos y que buscaban
obtener los beneficios de estar mejor comunicados, como El Crucero, hoy Ciudad
Constitución, en 1953; Villa Insurgentes, en 1955. Villa Morelos en los
cincuenta, Ignacio Zaragoza en 1965, etcétera. Y, por otro lado, algunas
comunidades más antiguas que no fueron contempladas en el trayecto de la
transpeninsular, como fueron Buena Vista, hoy Benito Juárez, Palo Bola y el
propio poblado Santo Domingo fueron, hasta cierto punto, limitadas en todos los
sentidos.
La carretera, además, favoreció la
llegada y establecimiento del comercio local.
En la actualidad, la carretera transpeninsular continúa siendo el medio
de comunicación más importante que, junto con el barco y el avión, forman un
sistema de transporte de personas y mercancías, básico para el desarrollo de la
media península.
Sin embargo, cuando por alguna circunstancia (lluvia, derrumbes,
bloqueos, etcétera) se interrumpe el tráfico de vehículos, entendemos lo valiosa
que para nosotros es la carretera, pues de inmediato se genera un caos que
afecta a las diferentes comunidades y sus habitantes, para muchas de las cuales
es el único medio para salir o llegar a sus lugares de residencia o de recibir
los insumos necesarios para su subsistencia.
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